Page 16 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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recolección de firmas, protestas públicas e interpelaciones en la sede del
gobierno municipal.
A pesar de las muestras de rechazo, en julio de 2009, Macri oficializó su
designación al frente de la policía porteña.
Pero a todo ello se le sumaba una tremenda imputación que había sido
materializada meses antes, como parte de la acusación fiscal contra
los principales involucrados en gravísimos actos de encubrimiento del
atentado contra la AMIA.
Según el detallado pedido de procesamiento del fiscal Alberto Nisman,
y la exhaustiva resolución de marzo de 2012 del juez federal Ariel Lijo de
elevación a juicio oral, Palacios fue, al menos a partir del 1.° de agosto
de 1994, el brazo ejecutor de la orden emanada de Carlos Menem por
medio de su hermano Munir de parar los allanamientos en marcha y toda
investigación sobre un ciudadano de origen sirio, íntimo de la familia
presidencial, que aparecía en el centro de la red criminal. Como veremos
después, ésta fue una de las gigantescas maniobras de eliminación de
pruebas esenciales para la investigación de la masacre de ochenta y cinco
personas, en virtud de las cuales el gobierno de Menem y sus aliados
en la propia comunidad judía lograron impedir que se supiera la verdad
completa de lo ocurrido.
Pero al momento en que Macri insistía con el nombramiento del «Fino»
y su ministro Guillermo Montenegro lo defendía como el mejor policía
del país, los detalles del involucramiento de Palacios en el encubrimiento
del atentado a la AMIA eran poco conocidos aún por el público en general.
Quienes estaban al tanto de la actuación de Palacios eran los abogados
de las instituciones judías AMIA y DAIA y sus principales dirigentes
de los últimos años. Así fue que, cuando en la legislatura tuvieron
lugar los debates sobre la posible designación del «Fino», allí hicieron
sentir su voz. Era una excelente oportunidad para poner en el centro
de la escena la persistente impunidad en la causa AMIA, señalar a uno
de los responsables y apoyar las nuevas investigaciones respecto del
vergonzoso encubrimiento, tal como exigían los familiares de las víctimas
que se hicieron presentes en las deliberaciones. Pero el discurso de los
dirigentes judíos fue levemente diferente. El 8 de julio de 2009, tres
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