Page 103 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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Los periodistas israelíes le preguntaron entonces si creía que

        sus estrechos vínculos con la dirigencia siria podían conducir a

        conversaciones de paz entre ese país e Israel. «Yo pienso que sí, pero

        quiero corregir algo. Tengo excelentes relaciones no sólo con Siria sino

        también con el Estado de Israel», respondió. «Ésta es mi ventaja frente
        a otras personalidades importantes del mundo que intentaron mediar.»

        Frente a tal supuesta ventaja, le preguntaron si no veía una contradicción

        de intereses al proponerse como mediador y, al mismo tiempo, vender
        armas a países árabes. Memen negó de plano las dificultades que ya

        existían con el tema, seguramente disimulando algún sudor frío en la

        espalda: «Los Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia, todos estos

        países venden armas a todas las partes en Oriente Medio. No sé por qué

        justamente la Argentina no puede vender armas». El Presidente prefirió
        continuar hablando de la convivencia y el diálogo: «Finalmente estamos

        hablando del pueblo judío y del pueblo árabe, que vivieron en paz a lo

        largo de miles de años, por lo que toda esta guerra es innecesaria e inútil.
        El problema son los líderes, que son difíciles de convencer, y aquí se halla

        la raíz del conflicto». A instancias de los cronistas israelíes, se refirió

        a un fuerte rumor que comenzó a correr al poco tiempo de difundirse

        su propuesta de mediador: que Menem aspiraba a recibir nada menos

        que el Premio Nobel de la Paz. «Aquí y allí se difundió que todos mis
        esfuerzos están destinados a ensalzar mi nombre», se quejó y replicó que

        no lo necesitaba «porque ya tengo mi lugar en la historia de mi país y del

        continente americano». Por último, efectuó un adelanto de una decisión
        que coronaría públicamente el nuevo alineamiento de la política exterior

        argentina en su mandato, tranquilizador para Occidente:

                —Muchas veces fueron invitados presidentes argentinos

                 a visitar Israel y al parecer temieron viajar por distintas

                 razones. Usted tiene la intención de visitar próximamente el
                 Oriente Medio y, especialmente, Israel.

                —Especialmente Israel, especialmente Israel… Yo no temo

                 a nadie. En mi vida aprendí a temerle sólo a Dios. Visitaré
                 Israel, por supuesto, y luego los países árabes, posiblemente,

                 en los primeros meses del próximo año.






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