Page 22 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
P. 22

Lo hizo por medio de un contrato con cláusula diplomática, avalado

        nada menos que por la embajada de la República Islámica de Irán. Tras

        el atentado a la embajada de Israel, e incluso la voladura de la AMIA,

        Hercman olvidó revelar la existencia de tan peculiar inquilino, que ya

        aparecía tangencialmente mencionado en los primeros cuerpos de la
        causa AMIA. Poco antes del ataque a la mutual judía, tras devolver el

        departamento y recuperar el depósito de manos de Hercman, el iraní se

        fue del país y se le perdió el rastro. Su nombre figuró al menos en dos
        pedidos de captura, y fue identificado como comandante de la primera

        división de los Pasdarán y miembro de la fuerza Quods, abocada a los

        rubros de inteligencia y operativo. Como se ve, con los iraníes devenidos

        en demonios luego del 18 de julio de 1994 existían relaciones comerciales

        previas.
           Mientras Hercman rentaba confiadamente su propiedad a este alto

        dirigente iraní —que además manejaba las finanzas de su embajada en

        Buenos Aires—, otro importante agente de la misma procedencia era
        acomodado, también en 1991, en otro departamento céntrico de Buenos

        Aires cercano al de Hercman. En este caso, quienes se hicieron cargo del

        alquiler con cláusula diplomática pertenecían a la firma J. E. Turner &

        Co., la misma que se ocupó del envío del contrabando de armas a Croacia

        y, luego, a los musulmanes bosnios, ayudados por Irán. El inquilino
        de Hercman figuraba en el Ministerio de Relaciones Exteriores como

        representante de Government Trading Company (GTC) en la Argentina,

        a cargo de la supervisión de exportaciones a su país, supuestamente,
        agrícolas. GTC es conocida por los servicios de inteligencia occidentales

        como una empresa pantalla de los iraníes para operativos clandestinos.

        ¿Sabían locador y locatario quién era y a qué se dedicaba el otro? ¿Eran

        desconocidos para las autoridades argentinas y para los dirigentes judíos

        los movimientos iraníes en el país?
           Los siguientes elementos pueden ofrecer una respuesta.

          Argentinos e israelíes tenían una experiencia conjunta de más de una

        década en enviar armas por encargo de traficantes iraníes. Por aquella
        época, Irán no era percibido por Israel como un gran enemigo, pese a la

        verborragia incendiaria de los ayatolas. El enemigo más temido era Irak.






     1. La «task force» judía                       • 18 •                        Brindando sobre los escombros
   17   18   19   20   21   22   23   24   25   26   27