Page 23 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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Incluso cuando la Guerra de los Balcanes en la desintegrada Yugoslavia

        produjo atroces episodios de persecuciones, matanzas y limpiezas

        étnicas, fogoneadas con multimillonarias ventas de armas por parte de

        muchos países y decenas de traficantes, Israel coincidía con Irán en la

        necesidad de asistir a Sarajevo, asediada entre 1992 y 1996, ciudad en la
        cual los musulmanes de origen eslavo habían coexistido armónicamente

        por siglos con la comunidad judía local y podían ser exterminados por los

        serbios. No en vano Sarajevo era llamada «la Jerusalén de Europa».                         [4]
          Así como hoy puede resultar perturbador el apoyo dado por los Estados

        Unidos a los mujaidines en Afganistán (para derrotar a los soviéticos),

        germen de los terroristas que atormentarían a los norteamericanos

        años después, o el estímulo israelí a los grupos islámicos que frenaban

        la expansión de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)
        y de agrupaciones combatientes laicas, que abonarían el fanatismo

        del Hamás, resulta revelador corroborar la existencia de un continuo

        suministro de armas a Irán por parte de Israel a lo largo de toda la década
        de 1980 y principios de los noventa. Buena parte de dichos envíos fue

        hecha con triangulaciones a cargo de aviones argentinos. Ya durante la

        última dictadura militar argentina la industria armamentística israelí

        había realizado ventas millonarias a las tres fuerzas armadas, en especial

        en postrimerías y comienzos de la Guerra de Malvinas (1982). Para ello,
        las fábricas de armas israelíes se valieron de intermediarios judíos

        argentinos que se enriquecieron con jugosas comisiones. Algunos de

        estos mercaderes sostuvieron tan productiva labor gracias a su rol de
        dirigentes comunitarios.

           En los años del menemismo, para llevar adelante florecientes negocios,

        había que aprender a convivir con personajes complicados. Hercman,

        el admirador del comisario Palacios, adquirió sobrada experiencia

        como asesor y gestor de negocios del Grupo Meller, uno de los grandes
        beneficiarios del modelo menemista de apropiación de bienes públicos,

        que según diversas investigaciones garantizaba la parte del gobierno









           [4]  Véase el capítulo 2.



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