Page 24 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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en los negociados.  Entre otros grandes proyectos, además de la
                                 [5]
        privatización de empresas de agua y gas, el Grupo Meller, siempre con

        la asesoría de Hercman, se vinculó a María Julia Alsogaray para las

        faraónicas propuestas de purificación del Riachuelo. El nexo era el

        exjefe montonero Rodolfo Galimberti, experto en armas, de históricos
        lazos con la guerrilla palestina y también con la embajada de Irán en

        Buenos Aires: una revista editada pocos años antes por Galimberti, en

        apoyo a la candidatura presidencial de Menem,  tuvo como colaborador
                                                                        [6]
        a la mano derecha de Mohsen Rabbani, el agregado cultural de la

        embajada de Irán acusado de participar en el atentado a la AMIA. En ese

        contexto, resulta sugestivo que, por aquellos años de comienzos de los

        noventa, tanto Hercman como Galimberti hayan mantenido trato con

        connotados funcionarios iraníes. Como veremos más adelante, desde la
        última dictadura militar argentina y hasta los atentados terroristas en

        nuestro país, una extendida red de empresarios, traficantes, políticos

        y militares, tanto israelíes como argentinos y norteamericanos, no
        cesó de impulsar grandes negocios con caracterizados traficantes, un

        modelo de triangulación que se haría conocido públicamente a partir del

        escándalo de venta clandestina de armas conocido como «Irangate» o

        «Irán-Contras».

           Después del atentado a la AMIA, Menem y Anzorreguy ubicaron a
        Galimberti en la SIDE para «colaborar» en la investigación del atentado.

        Por la comunidad judía colaborarían —además de Beraja— Hercman y los

        abogados Zaidemberg, Kirszenbaum, Luis Dobniewski y Marta Nercellas,
        junto con otros propiciadores de la historia oficial.












           [5]  Horacio Verbitsky escribió que el Grupo Meller creció durante los años de la dictadura
             militar, con negocios de ferrocarriles y chatarra. «Una de sus empresas, Tapizmel,

             alfombró sin cargo miles de metros cuadrados de pisos de amantes de generales,
             como gentileza que luego sería retribuida mediante contrataciones con el Estado. Los
             negocios se cerraban en la confitería The Horse, cerca del Campo de Polo y la Escuela

             de Inteligencia del Ejército».
           [6]  Revista Jotapé. Véase en el capítulo 3: «Menem, Irán y Montoneros».



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