Page 97 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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El artículo, que había sido precedido por otro del columnista laudatorio

        del discurso de asunción de Menem,  arrancaba con la visita del
                                                         [20]
        dirigente del Congreso Judío Mundial, Edgar Bronfman, y su encuentro

        con el nuevo presidente. Escribía Eliaschev:

                 Bronfman se manejó con esa peculiar frescura, en lo que
                 su propia estatura económica tiene mucho que ver, y

                 esa falta de eufemismos que son propios de los judíos

                 norteamericanos. Interesado en la definitiva liquidación de
                 las amenazas y fantasmas que siempre gravitan sobre la vida

                 judía en la Argentina, recibió las previsibles seguridades

                 del Presidente. Salvo las recalcitrantes rabietas de algunos

                 alfonsinistas a ultranza, es evidente que resulta inútil buscar

                 la pista a manifestaciones de discriminación en el actual
                 gobierno. En tal sentido no está demás recordarles, a los

                 radicales y a la constelación de intelectuales progresistas

                 judíos que giró y lo sigue haciendo en su órbita, que Alfonsín
                 jamás cumplió con su promesa de visitar Israel, mientras

                 que, siguiendo el consejo de su Metternich criollo, Dante

                 Caputo, visitó la multimillonaria monarquía saudita. En

                 términos internacionales, pues, la famosa «sinagoga» radical

                 fue más mezquita que otra cosa, mucho antes de que Menem
                 asumiera el poder.

          Luego, Eliaschev criticaba la mediocridad de la dirigencia comunitaria

        de ese entonces —sin mencionarla por sus nombres, pero identificable
        con las tradicionales agrupaciones laboristas— y la obsecuencia de esa

        dirigencia respecto de Israel:

                 Entre mesa redonda y mesa redonda, entre country y country,

                 entre club y club, la comunidad judía argentina es incapaz de

                 autodeterminarse, de pensar con cabeza propia, de legitimar
                 plenamente nuestra presencia en la sociedad argentina. Para

                 que ello suceda es inútil esperar que ese cambio provenga de

                 las actuales autoridades de la comunidad judía argentina. Es






          [20]  Pepe Eliaschev, «Ni magias, ni milagros, ni fantasías», Nueva Sión, 14 de julio de 1989.



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