Page 149 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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En abril de 1997, en el marco del trabajo de investigación sobre el ingreso
de nazis en la Argentina, encabezado por la licenciada Beatriz Gurevich y
denominado «Proyecto Testimonio», se produjo una encendida polémica
cuando el titular de la DAIA, Rubén Beraja, anticipó una copia del informe
al gobierno por medio de Carlos Corach, y sin la autorización del consejo
académico que supervisó el trabajo. Además, trascendieron las presiones
para eliminar un capítulo referido a las respuestas de los gobiernos
argentinos a los pedidos de extradición. Teniendo en cuenta que varios
criminales nazis croatas tuvieron un rol central en el contrabando de
armas del menemismo, puede entenderse el malestar. Gurevich sufrió
un fuerte hostigamiento y renunció a su cargo de directora del Centro
de Estudios Sociales de la DAIA, ganándose la solidaridad de numerosos
investigadores del país y del exterior. El especialista en política exterior
y exasesor del canciller Guido Di Tella, Carlos Escudé, consideró que el
gesto de Beraja de entregar el informe a Corach «constituyó un acto de
obsecuencia que el gobierno no pidió». Pero, pocos meses después, el
gobierno sí habría de pedirlo: el 18 de julio de 1997, tras el acto del tercer
aniversario del atentado, cuando funcionarios del gobierno de Menem
recibieron una atronadora silbatina, que se extendió al propio Beraja y en
particular a su amigo, el ministro del Interior, Carlos Corach. El discurso
de la representante de los familiares Laura Ginsberg, miembro entonces
de Memoria Activa, fue directo al nudo del encubrimiento y representó
el sentir de la multitud que interrumpió varios párrafos con aplausos
mientras desgranaba su «Yo acuso».
«Yo acuso al gobierno de Menem y Duhalde de consentir la impunidad.
Yo acuso al gobierno de Menem y Duhalde de encubrir la conexión
local que sirvió para matar a nuestros familiares», retumbó en la calle
Pasteur y ante las cámaras y micrófonos de radios y televisión. Esa
misma tarde, enterados del enojo de Menem por el tono del discurso de
Ginsberg y convocados por Corach, los presidentes de la DAIA y de la
AMIA —Rubén Beraja y Oscar Hansman, respectivamente— concurrieron
a la Casa Rosada para ver al presidente y desautorizar las acusaciones
de los familiares. Según reflejó el diario Clarín en su edición del día
Brindando sobre los escombros • 145 • 4. El teatro