Page 150 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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siguiente, el sentido de la urgente visita estaba claro: «No compartimos

        los agravios y las acusaciones al presidente de la Nación. No compartimos

        aquellas manifestaciones que implican acusaciones genéricas al

        presidente, al gobernador Duhalde y a otras autoridades», dijo Beraja.

        «Vinimos a manifestar nuestra discrepancia con las ofensas realizadas
        al presidente Menem y a los ministros. Hubo personas o sectores que se

        han manifestado en forma inconducente», afirmó Hansman. Beraja ha

        sostenido reiteradamente que no concurrió a pedir perdón, y sus voceros
        intentaron sin éxito mejorar la penosa imagen de ese viernes por la tarde.

        Entre esos intentos, se contó en noviembre de 2001 una publicación
                                                                                                   [1]
        de la psicóloga Silvia Chab —entonces esposa del abogado berajista y

        luego titular de la DAIA, Jorge Kirszenbaum—, quien accedió entre 1995

        y 1999 a la dirección de Nueva Sión, neutralizando paulatinamente la
        línea crítica del periódico respecto de la conducción comunitaria. Chab

        sostenía en dicha obra que Beraja no pidió «perdón», sino que el gobierno

        presentó la declaración del dirigente judío «como si fuera la disculpa»
        que se habría negado a formular. Después de su paso por Nueva Sión —de

        donde fue despedida tras asumir posiciones abiertamente berajistas—,

        Chab encontró ocupación supervisando el Departamento de Prensa de la

        DAIA.

          Mientras tanto, el embajador de Israel en la Argentina, Yitzhak Avirán,
        no cesaba de bajar línea a favor del gobierno. Como «maravillosas

        relaciones» —nunca mejores, apenas afectadas por un par de

        nubarrones— definió el vínculo entre su país y la Argentina durante la
        presidencia de Carlos Menem. Las nubes a las que eufemísticamente se

        refería fueron en realidad los hongos de las explosiones que volaron la

        embajada y la AMIA, cuyos efectos fueron potenciados por la planificada

        impunidad subsiguiente.

          Al finalizar su extendida gestión diplomática en nuestro país
        (1993-2000), Avirán mostraba algarabía por sus logros y por las nuevas

        amistades cosechadas en la Argentina durante el menemismo, tan







           [1]  Silvia Chab, Entre la crisis y la esperanza, Buenos Aires, Catálogos, 2001. El capítulo
             20 se denomina «El mito del pedido de perdón al gobierno».



     4. El teatro                                  • 146 •                        Brindando sobre los escombros
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