Page 151 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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estrechas que, luego de pasarse años instando a los judíos argentinos a
radicarse en Israel, él mismo se quedó a vivir en la Argentina.
Tras revelarse algunos negocios que contaron con su participación, no
fueron pocas las acusaciones que recibió Avirán —apodado «el virrey»—
de haber canjeado silencio por beneficios económicos. Más allá de las
ventajas personales que pudiera haber obtenido el embajador a partir de
su amistad con el presidente Menem y con el ministro del Interior Corach,
que incluso dieron lugar a una investigación por parte de sus superiores
en Israel, lo cierto es que las políticas públicas desarrolladas por el
representante no pueden adjudicarse a iniciativas individuales carentes
de respaldo estatal.
Según se explicó en el capítulo anterior, existió una decisión de Estado
de archivar cualquier tipo de investigación sobre el entorno de Menem
y sobre la pista siria de los atentados, y de robustecer los vínculos
sellados a fines de 1991. Al tiempo de ocurrir el atentado a la AMIA,
Israel y los Estados Unidos alentaban grandes esperanzas de negociar
definitivamente la paz en Oriente Medio, y la llave era Siria, a la cual los
norteamericanos aún le agradecían su participación en la coalición de la
Guerra del Golfo. En 1993, extraoficialmente, se le había hecho saber a Al
Assad que no se descartaba la devolución de las Alturas del Golán para
lograr una paz firme. Luego, en mayo de 1994, tras hablar con el primer
ministro israelí Yitzhak Rabin, el secretario de Estado norteamericano
Warren Christopher respondió inquietudes de Al Assad aclarándole que
la retirada de Israel de la zona podría ser total a cambio de una serie de
condiciones. Se llegó a discutir de plazos y pasos a seguir, y después de
[2]
haber exigido la retirada israelí —y el desmantelamiento de las colonias—
en un lapso no mayor de seis meses, Al Assad terminó aceptando en
[2] El analista internacional Daniel Pipes refiere que, por agosto de 1994 —a un mes del
atentado a la AMIA—, Fawaz Gerges de la Princeton University señalaba que «es
inminente un avance en las conversaciones de paz sirio-israelíes». La prensa árabe
era aún más específica, divulgando que Damasco y Jerusalén llegarían a un «progreso
palpable» antes de fines de 1994. En 1995, el presidente de Francia, Jacques Chirac,
predijo en público que un acuerdo Israel-Siria sería firmado antes de finalizar 1995, al
igual que su homólogo egipcio, Hosni Mubarak.
Brindando sobre los escombros • 147 • 4. El teatro