Page 155 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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En manos de la ciudad, la inauguración de la Plaza Embajada de Israel,
o «Plaza de la Memoria», el 17 de marzo de 2000, contó con las fotos y
el discurso del polémico embajador de Israel, así como del presidente
radical Fernando de la Rúa. Ya sin sus amigos Menem y Corach en el poder,
Avirán expresó que el reclamo de esclarecimiento y justicia fue «una
presencia constante en cada reunión, en cada encuentro con políticos
del gobierno o de la oposición, en cada visita de funcionarios israelíes» y,
faltando poco para dejar su cargo, aprovechó para reclamar «con urgencia
que el gobierno implemente una acción clara y dé directivas precisas
a quien corresponda, para agilizar esta investigación». De la Rúa tenía
otras preocupaciones, y ninguna intención de remover el avispero.
Avirán jamás perdía la compostura y la sangre fría para organizar la
marcha de los negocios en las peores circunstancias. O, al igual que el
gobierno de Menem, para hacer negocios con las peores circunstancias.
Tres semanas después del atentado a la AMIA, la secretaría de Medios
de Comunicación del gobierno nacional advirtió a la población en un
comunicado oficial la inminencia de un nuevo ataque terrorista. El
demencial comunicado de fecha 12 de agosto de 1994 anunciaba que
«para evitar la generación de un clima de alarma» se había dispuesto
el aprestamiento de ciento cincuenta quirófanos, bancos de sangre
y equipos para remoción de escombros. «A este mismo operativo de
precaución se encuentran afectados quince camiones, volquetes, dos
grúas y cuatro palas cargadoras, grupos electrógenos y retroexcavadoras»,
detallaba el anuncio entre otras medidas. El siniestro aviso hizo que se
suspendieran las actividades deportivas, culturales y educativas en las
que estaba prevista la participación de entidades judías (a pedido de
las que no lo eran), y provocó la solicitud de asustados vecinos y padres
de escuelas y colegios laicos o católicos de trasladar lejos instituciones
judías, ante las nuevas catástrofes programadas. Una de las fuentes
que citaba expresamente el comunicado oficial para dar a conocer la
paralizante amenaza era el embajador de Israel, que «informó al canciller
argentino esa posibilidad». Mientras tanto, con la ciudadanía distraída
en reconocer refugios seguros y veredas que no contuvieran «blancos
judíos», en esos mismos días se reorganizaban los expedientes judiciales
Brindando sobre los escombros • 151 • 4. El teatro