Page 253 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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embajada de Israel. Y que, de nuevo, otros los cubren desprolijamente en
sus contradictorias versiones.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que instantes después de que el
camión de la volquetera diera vuelta la esquina de Pasteur y Viamonte,
a las 9:53 de ese lunes de julio, se detona una carga explosiva oculta
en el doble fondo del volquete, junto a unos pocos kilos de piezas de
Trafic provenientes de un desarmadero protegido por la Policía Federal
y utilizado por delincuentes extorsionados por la bonaerense, carga que
direccionada hacia el sector derecho de la entrada ocasiona el estallido
de las pilas de bolsas de material explosivo ubicadas en la parte delantera
del edificio, destinadas a musulmanes bosnios bajo encargo iraní.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que el camión que dejó el volquete
tenía instalado un equipo de comunicación por radio conectado con
la central de la empresa, ubicada en instalaciones del Puerto Nuevo,
muy cercanas a donde se implementaba el tráfico ilegal de armas y
explosivos a Croacia y Bosnia. Y que dicho camión, esa mañana, pasó
en realidad primero por un extraño terreno fiscal cercado en la calle
Constitución, en la misma cuadra de las propiedades de un sirio allegado
a Menem e incluso a Al Kassar, baldío informalmente asignado a un
médico confidente de Menem, íntimo también de Al Kassar. Y que dicho
ciudadano de origen sirio de esa cuadra de la calle Constitución, amigo de
la familia Menem, realizó un injustificado llamado a Telleldín el domingo
10 de julio de 1994 (una semana antes del atentado), teniendo en su
agenda además el teléfono del imputado iraní Mohsen Rabbani.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que esa misma empresa del
ciudadano libanés y extitular del centro islámico, que tras pasar por el
terreno baldío dejó el volquete en la puerta de la AMIA, además adquirió
y almacenó en semanas previas al atentado varios miles de kilos de
explosivo amonal y de detonantes, adquisiciones que no pudo justificar
con sus actividades mineras pese a la certificación extendida a su favor
por un coronel. Y que ese coronel fue procesado por su participación en el
grupo de un mandatario riojano que contrabandeó armas a Croacia y para
los musulmanes bosnios. Banda que, todo parece indicar, luego volaría la
fábrica militar de Río Tercero.
Brindando sobre los escombros • 249 • Epílogo - No me toquen la historia oficial