Page 254 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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Supongamos… Hagamos de cuenta… que después de la explosión, los
camiones con volquetes de la misma empresa del ciudadano libanés
volvieron a ingresar varias veces en la zona del desastre «para colaborar»,
llevando y trayendo. Como lo hiciera una misteriosa persona vista en el
lugar por el periodista Carlos Alberto Bianco, seis minutos después de la
explosión, con una bolsa grande con pedazos de un vehículo.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que horas después del estallido,
derrumbe y consiguiente masacre, los «investigadores» ya tenían la
consigna de buscar sólo piezas de Trafic blanca y de desechar cualquier
otra cosa. Y que esa orden la tuvieron antes aún del «hallazgo» del
pedazo de motor numerado que fuera identificado como perteneciente
a una Trafic y que llevara a la captura de Telleldín y luego de los policías
bonaerenses.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que la historia oficial explica que
se llega a Telleldín a partir del descubrimiento de un trozo de motor con
la numeración intacta, que los torpes criminales habrían omitido borrar.
Pero que los teléfonos de Telleldín se ordenan intervenir con anterioridad
a la supuesta aparición de ese trozo de motor entre las ruinas, como
adivinando que se iba a encontrar ese pedazo de motor numerado que
llevaría a Telleldín.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que los teléfonos del acusado
diplomático iraní Rabbani se encontraban intervenidos desde cuarenta
días antes del atentado.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que además el acta de hallazgo
de ese trozo de motor es falsa y viciada de nulidad, y que en el juicio
oral se demuestra que los que allí firmaron diciendo que presenciaron el
momento del hallazgo en realidad no presenciaron nada, con lo cual no
se sabe cómo apareció. Y que entonces, en pleno juicio oral, se modifica
la escena del hallazgo y se llama a un militar israelí para que diga que, en
realidad, él fue quien lo encontró.
Supongamos… Hagamos de cuenta… que hubo varios y muy diversos
testigos presenciales del exacto momento de la explosión, que no vieron
ninguna Trafic, desde una señora asomada a su balcón a la espera de su
empleada doméstica hasta un empleado de un comercio de Pasteur al
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