Page 156 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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liberando de su momentánea detención a Kanoore Edul y a Nassib
Haddad, y se obturaba la pista siria respecto de esos y otros allegados
a Menem. Y, también en esas mismas jornadas de agosto de 1994, ante
la inminencia de un nuevo atentado y la urgencia de tomar drásticas
medidas de control antiterrorista sin consideración de gastos ni controles
de legalidad, se anunció por decreto 1310 la licitación de un nuevo
sistema de emisión de los DNI, documentos nacionales de identidad
de todos los argentinos, escandaloso negociado que involucró pagos
de millonarias coimas y «comisiones» para funcionarios del gobierno,
y cuya adjudicación a la empresa alemana Siemens fue anulada años
después. Una de las principales interesadas en la licitación había sido
inicialmente la empresa israelí de seguridad informática Malam Systems
Ltd, representada en argentina por el ingeniero Israel Lotersztain,
vinculado con la industria armamentística israelí desde la época de la
última dictadura militar y quien suele compartir oficinas con el extitular
de la OSA, Oscar Hansman. Malam intervino en la negociación formando
un primer frente con dos empresas cercanas a Alfredo Yabrán: Ciccone
Calcográfica para las impresiones y OCA para la distribución. De hecho,
el nexo para el armado de la propuesta entre las distintas partes fue un
estrecho colaborador de Yabrán, Alberto Isaac Chinkies. Para encabezar la
UTE (unión transitoria de empresas) se llegó a un acuerdo con Francisco
Macri, sumando a Itron, la integradora informática del Grupo Macri. El
proyecto y la adjudicación se fueron postergando hasta llevar varios
años. El asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas inició la caída
en desgracia de Yabrán y su retirada del proyecto, y a ello siguieron
numerosas desavenencias entre los socios de la UTE. Macri también se
bajó de la apuesta, y la licitación fue adjudicada a Siemens, con graves
sospechas de sobornos que se confirmaron mucho después.
Si este negocio no salió como Avirán esperaba, hubo en cambio otros
que produjeron notables ingresos, canalizados de manera irregular por
medio de un hombre de confianza del embajador, que oficialmente no
formaba parte de la delegación diplomática pero que centralizaba con
su autorización la mayoría de los negocios vinculados con Israel o con
empresas israelíes: Osvaldo Schvartzer. A partir de 1996 comenzaron
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