Page 48 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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aeropuerto especial, una planta de ensamblado y un sitio para pruebas
de largo alcance. El proyecto se frustró por la caída del régimen del sha.
Los detalles fueron revelados cuando el nuevo régimen iraní publicó
documentos encontrados en el edificio de la embajada israelí en Teherán.
Esos documentos secretos también revelaron que Israel había tratado
de interesar a los iraníes en el proyecto Lavi, el ambicioso y muy costoso
plan para producir jets de última generación, que no llegó a su conclusión.
Con la caída del sha, en febrero de 1979, dejaron Teherán los últimos
miembros de la embajada israelí, que fueron evacuados junto con
ochocientos norteamericanos. Sin embargo, pronto se reanudaron los
suministros, si bien a través de otros canales, y se extenderían hasta
comienzos de los años noventa. Pese a la radicalización de la revolución
islámica, Israel confiaba en que prevalecerían elementos moderados
del régimen —a los que convenía apoyar— y seguía viendo a Irán como
aliado estratégico a futuro, mientras se sentía amenazado por la carrera
bélica de Irak, especialmente, respecto de armamentos químicos y no
convencionales.
Los negocios de armas y asesoramiento militar y de seguridad de
argentinos e israelíes comenzaron a entrecruzarse en Centroamérica en
1977, y a partir de allí establecieron una trama inorgánica que se extendió
hacia otras latitudes y que continuó operando con intermitencias por más
de quince años.
Repasemos entonces cómo se iniciaron los negocios que vincularon a
argentinos e israelíes, primero, en Latinoamérica, para volcarse luego a
intercambios clandestinos con Irán.
Mercenarios argentinos, mercenarios israelíes
En la Argentina, en 1977, la guerrilla ya había sido doblegada por la
dictadura militar, que continuaba sus masivas violaciones de los derechos
humanos, realizando operativos represivos y de terror, ya como un
objetivo en sí mismo, premiado con robos, secuestros, exacciones ilegales,
botines de guerra y ajustes de cuentas personales.
Con importante capacidad ociosa y el «prestigio» ganado por la eficacia
en el exterminio realizado durante el accionar contra la guerrilla, los
militares argentinos encontraron una veta productiva para encabezar la
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