Page 43 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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tomar revancha. Esa tensa relación podría justificar el espionaje que los

        ineficaces servicios de inteligencia argentinos desarrollaron sobre la

        sede diplomática iraní antes de los atentados. El descontrolado tráfico de

        armas y explosivos fue operado por agentes iraníes, que para los envíos

        actuaban en obligado acuerdo con representantes de Croacia, punto de
        ingreso por mar hacia Bosnia. Al menos una parte de los embarques de

        explosivos se hizo en un sector del Puerto Nuevo de Buenos Aires, de

        cuyas inmediaciones salió el volquete depositado en la puerta de la
        AMIA minutos antes de la explosión, de propiedad de Nassib Haddad.

        El sirio libanés Haddad, quien no podía justificar las grandes compras

        de explosivo amonal realizadas en los meses anteriores, fue detenido a

        pocos días del atentado, pero liberado en cuestión de horas tras urgentes

        gestiones del coronel Carlos Franke, jefe de Fabricaciones Militares con
        destacada participación en el tráfico de armas a Croacia e interlocutor en

        el pedido de explosivos por parte del iraní John Pashai.

          Muchos nombres que aparecieron como sospechosos de algún tipo de
        relación con el tráfico ilegal de armas desde la Argentina en los años

        noventa, y además con los atentados a la embajada de Israel y la AMIA,

        venían realizando operaciones con nuestro país desde la dictadura militar

        de 1976-1983. Allí se entrecruzaron, una y otra vez, oscuros negociantes

        argentinos, israelíes y de otros puntos de Oriente Medio, que extendieron
        su red al tráfico de armas y explosivos para Irán. Evidencias de diversos

        expedientes judiciales indican que esa red de intercambios clandestinos

        pudo haber sido utilizada por Hezbollah —dependiente de Irán y Siria—
        o directamente por Irán cuando en 1992 decidió patear el tablero en

        Buenos Aires, volando la embajada de Israel.  En aquellos años, varios
                                                                    [4]
        de los personajes iraníes que serían luego acusados de algún grado de

        participación en los atentados aparecían cercanos a los negocios de

        tráfico de armas que propiciaba el gobierno de Menem, particularmente a
        Croacia y a los musulmanes bosnios; a estos últimos, por cuenta y orden

        de Irán, que se hizo cargo de compras que no siempre llegaron a destino.




           [4]  En la nota publicada por el autor en Página/12, el domingo 7 de octubre de 2001, se

             detallan las coincidencias de nombres y circunstancias en los expedientes judiciales
             del contrabando de armas y del atentado a la embajada..



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