Page 51 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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y mientras la comunidad judía era objeto de vigilancia y espionaje,

        catalogada en la división Asuntos Extranjeros de la Policía Federal.                      [11]

          Desde 1978 hasta 1983, Israel exportó a la Argentina equipamiento

        militar por un valor cercano a los mil millones de dólares, incluidos cazas

        Mirage-5 Dassault, Mirage-3C (Daggers), Skyhawks A-4 de fabricación
        norteamericana, misiles Gabriel y equipos para seguridad interna. En

        estas millonarias operaciones intervinieron como intermediarios

        empresarios judíos argentinos que participaban activamente de la
        vida institucional comunitaria. Las entidades de la colectividad donde

        intervenían quedaban así teñidas con una ideología acorde con sus

        negocios personales.

          El Mossad, la agencia israelí de inteligencia exterior, envió asesores

        a la Argentina para que entrenaran a oficiales del ejército.  Israel
                                                                                      [12]
        también compartió información con los militares argentinos sobre los

        militantes montoneros que se entrenaban en el Líbano y se preparaban

        para la «contraofensiva». En el libro El tren de la victoria, Cristina
        Zuker —hija del actor Marcos Zucker— cuenta la historia de su hermano

        Ricardo, quien fue muerto en la «contraofensiva». Y refiere interesantes

        datos sobre los entrenamientos guerrilleros en el Líbano. Menciona

        la representación que tenían los Montoneros en un local de Al Fatah,

        señalando que si bien tuvieron también prácticas militares en Siria, cerca
        de Damasco, el curso en el Líbano era mejor porque podían estar con

        las armas todo el día al tratarse de un país en guerra. El campamento se

        instaló en un pueblo maronita ocupado por la fuerza, llamado Damour, a
        veinte kilómetros de Beirut. Un testimonio recabado por Zuker cuenta

        que se levantaban a las cuatro de la mañana, cuando empezaban los







           [11]  Con algunas excepciones, como la del contador tributarista Elías Lisicki, director
             general de la Dirección General Impositiva (DGI) en la dictadura. Años más tarde, como
             vicepresidente de la AMIA, dispuso censurar un material educativo dirigido a escuelas

             de la red judía y referido a la represión militar, el antisemitismo de la dictadura y los
             desaparecidos, reemplazándolo por un texto «light». Cobertura completa del episodio
             y sus repercusiones en Nueva Sión, n.° 787 y 788, de noviembre y diciembre de 1994.

          [12]  Ariel Armony, ob. cit., pág. 228 (con gran cantidad de citas que sustentan esta
             afirmación).



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