Page 50 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
P. 50
fue suspendido por presión norteamericana. Mientras Israel y la
Argentina estrechaban lazos en el intercambio de armas —y también de
información—, el Chile de Pinochet, por medio de un grupo industrial
dirigido por el empresario Carlos Cardoen, proveía de armamento
químico no convencional a Saddam Hussein en Irak, considerado
entonces por Israel su máximo enemigo. Hussein era seducido por
la Unión Soviética pero era armado por Francia y Alemania con la
aprobación de los Estados Unidos (que esperaba que Saddam derrocara
al régimen islámico de Irán, que mantenía rehenes norteamericanos), y
se encontraba desarrollando súper misiles y el reactor nuclear de Osirak,
que en el año 1981 sería destruido por Israel con la complacencia de Irán.
La Argentina, al igual que Israel, en ese momento se inclinaba por Irán
en su guerra contra Irak, y participaba del suministro de armas a dicho
país. [10]
Además de la asistencia militar a terceros países, existían numerosos
intereses estratégicos en común entre la Argentina e Israel, mientras
los judíos argentinos padecían la exacerbación del terror impuesto por
la dictadura militar filonazi del Proceso de Reorganización Nacional,
[10] En la Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina, obra
dirigida por Carlos Escudé y Andrés Cisneros, se señala que los «halcones» militares
argentinos fueron partidarios de involucrarse en el conflicto respaldando a Irán, dado
el apoyo de la Unión Soviética al régimen de Bagdad. Por un lado, se daba a conocer
un comunicado conjunto que los gobiernos argentino e iraquí suscribieron el 1.° de
mayo de 1981 —en el que ambas partes sostenían su apoyo a los principios de no
intervención en los asuntos internos de otros Estados— y, por el otro, se verificaba
el apoyo militar argentino al gobierno iraní. Éste se concretó de dos formas. Una
de ellas fue la venta de armas argentinas, provenientes de la Dirección General de
Fabricaciones Militares, a representantes iraníes. La otra modalidad consistió en
un rol de intermediación entre Washington y Teherán. Debido a la necesidad de la
administración Reagan de enviar en forma secreta armas a Irán para evitar choques
con el Congreso, fueron los militares argentinos quienes se encargaron de transportar
armas norteamericanas a los iraníes, a través de vuelos contratados por la CIA. De este
modo, tras el apoyo inicial a Irak, los Estados Unidos también suministraron armas a
Irán.
2. Cuando todo comenzó • 46 • Brindando sobre los escombros