Page 69 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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encuentro realizado a mediados de marzo en Francia entre el presidente

        de Irán, Abol Hassan Bani-Sadr —también comandante en jefe de las

        fuerzas armadas iraníes—, y el embajador israelí en los Estados Unidos,

        profesor Moshe Arens, mano derecha del primer ministro Beguin.

        Todo ello, en el marco de un activo tráfico clandestino de armas a Irán,
        embarcada en una sangrienta guerra con Irak, que poseía una gran

        superioridad armamentística.

          En julio de 1981, Israel acordó vender a Irán significativas cantidades de
        armamento, totalizando 135,8 millones de pesos,  y buena parte de los
                                                                         [34]
        envíos serían llevados por argentinos.

          La guerra Irán-Irak, que comenzó con el ataque ordenado por Saddam

        Hussein en septiembre de 1980 y se extendió por ocho años, se convirtió

        en una oportunidad de negocios de armas para traficantes de todo el
        mundo. Hubo no menos de veintinueve países proveedores de armas para

        Irán, y veintiuno para Irak.

          De hecho, la mayoría de los países del mundo que exportan armas se
        involucró directa o indirectamente, incluyendo los Estados Unidos y la

        Unión Soviética, y muchos intermediarios y traficantes se enriquecieron a

        costa de la miseria en la región.          [35]

          En ese contexto, las triangulaciones de armas para Irán —llevadas

        a cabo con el visto bueno de agentes norteamericanos por israelíes
        y argentinos a lo largo de la década de 1980 (y a partir de 1991 para

        Croacia y Bosnia musulmana)— cobrarían singular importancia, con

        consecuencias que se prolongan hasta los atentados a la embajada de
        Israel y a la AMIA (1992 y 1994) y su posterior encubrimiento.

          Ariel Armony obtuvo pruebas del papel argentino en el programa

        israelí-norteamericano para armar clandestinamente a Irán, que

        complementó sus actividades extraterritoriales en América Central y

        posiblemente fortaleció sus relaciones con la administración Reagan.
        En 1981, oficiales argentinos intervinieron en el trato secreto entre los





          [34]  El contrato fue firmado por Yaakov Nimrodi, quien se convirtió en un activo vendedor
             de armas desde su retiro de cargos oficiales en 1968.

          [35]  Benjamin Beit-Hallahmi, The Israeli Connection: who Israel arms and why, Nueva York,
             Pantheon Books, 1987.



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