Page 77 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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Capítulo 3



        Y en eso llegó Menem




        Mientras desde 2010 los mayores desafíos a la estabilidad de las

        comunidades judías provienen de la novedosa inserción de Irán en
        Latinoamérica, en la década de 1990 había sido Siria —su tradicional

        socio en el sostenimiento de Hezbollah— la que hizo sentir su influencia

        en la Argentina, de la mano de Carlos Menem, ubicando a polémicos
        personajes ligados al presidente sirio Hafez Al Assad y a sus servicios

        secretos en sectores clave de las fuerzas de seguridad e inteligencia

        argentinas, así como en control de depósitos fiscales, aduanas y hasta en

        el registro de las audiencias de la Casa de Gobierno.

          La penetración siria en el Estado argentino facilitó la perpetración
        de los atentados de 1992 y 1994 —por cuyo encargo y orquestación

        se encuentran acusados altos funcionarios del gobierno de Irán— y

        posibilitó el inmediato encubrimiento. Así ya era reconocido en análisis
        de inteligencia oficiales de los Estados Unidos, confeccionados días

        después del atentado a la AMIA, documentación que intereses locales y

        la geopolítica internacional de aquel momento coincidieron en tapar.
                                                                                                     [1]





           [1]  Informe elaborado en 1994 por Yossef Bodansky y Vaughn S. Forrest. Bodansky era
             el director de la Task Force sobre Terrorismo y Guerra no Convencional del Congreso
             de los Estados Unidos, y reconocido consultor del Departamento de Defensa y del

             Departamento de Estado. Se afirma allí que «cuando Teherán y Damasco comenzaron a
             analizar sus opciones para una operación rápida en el hemisferio occidental, Damasco
             insistió en que debería realizarse en lo posible en Buenos Aires. La elección del

             lugar era tan importante que Damasco estaba preparada a contribuir con elementos
             controlados por Siria en la operación, a pesar del riesgo de poder ser vinculada con
             un acto terrorista». También se aludía a «la confianza de la inteligencia siria de que
             sería posible contar con una advertencia adelantada sobre cualquier descubrimiento
             de la conspiración», y se mencionaba el testimonio de una fuente que afirmaba que

             «los elementos más poderosos y reconocidos de la Argentina estaban directamente
             involucrados en brindar apoyo a los perpetradores del ataque», a lo que otras
             agregaron que «había agentes sirios de alto rango en el entorno inmediato del

             presidente argentino». La traducción del informe se encuentra desde agosto de 1994
             en un expediente de la causa AMIA; sin embargo, el juez Galeano sólo citó las partes



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