Page 112 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
P. 112

Kisilevski, en una nota titulada «Tú, que haces la paz en las alturas», así

        lo reflejaba, pintando el clima del momento:

                 Se podría filmar una comedia de costumbres a la italiana

                 acerca de una comunidad judía en un lejano y atrasado

                 país, que agasajaba al presidente del mismo por haber
                 posibilitado la paz en el mundo, o cuanto menos en la parte

                 más amada por esa comunidad. La escena más divertida

                 podría ser así. En el salón de actos de la AMIA la gente
                 comienza a apiñarse. El acto, convocado por las instituciones

                 centrales de la comunidad judía, fue anunciado para las

                 dieciocho horas de ese día, 30 de octubre, el mismo en que

                 daba comienzo la histórica Conferencia de Paz para Oriente

                 Medio que por un lamentable error se hizo en Madrid y no
                 en Buenos Aires. Sin embargo, la gente había comenzado a

                 hacer cola ya desde las cinco de la tarde, soñando con ver al

                 presidente Carlos Saúl Menem y, ojalá, aunque difícil, che,
                 darle la mano o ligar un beso. Adentro la gente comenzaba a

                 transpirar. Muchas cámaras de video y de TV daban cuenta

                 de la trascendencia del evento. Una nena repartía claveles y

                 propaganda de Jabad Lubavitch.

                   (Tras una larga espera, el Presidente llegó). Ahí se dieron
                 cuenta algunos para qué servían los claveles de la nena.

                 Al son de los aplausos estruendosos, éstos comenzaron

                 a volar hacia un Carlos Menem demasiado apretujado
                 entre guardaespaldas, dirigentes comunitarios y público

                 en general, como para esquivarlos. De todos modos se las

                 arregló para besar a niños y emocionadas mujeres que por

                 ahí lo retenían, le decían algo como «gracias por ir a Israel»,

                 o «yo no lo voté pero lo amo», quién te dice, mientras él
                 trataba de zafarse y seguir avanzando. Lo seguía, muy alto,

                 el ministro del Interior, José Luis Manzano y, detrás de él,

                 caminando como podía, Gerardo Sofovich. Los escoltaban
                 David Goldberg, todavía presidente de la DAIA (justito el

                 día anterior la Ad Hoc había decidido proponer a Rubén






     3. Y en eso llegó Menem                       • 108 •                        Brindando sobre los escombros
   107   108   109   110   111   112   113   114   115   116   117