Page 114 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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sea necesario, igual que a los países árabes, para que de una

                 vez por todas la guerra termine.

          Dijo admirar al pueblo judío por los grandes hombres que han salido de

        su seno, «desde Abraham, pasando por el legislador Moisés, siguiendo

        por Jesús, para nosotros el hijo de Dios». Como para no quedarse tan
        atrás en el tiempo, mencionó también a Einstein, Sabin y Salk, mientras

        el público asentía arrobado. Entonces, envalentonado ante la expectante

        audiencia, Menem se acreditó parte del mérito de la concreción de la
        Conferencia de Oriente Medio. «El solo hecho de que los hombres que

        predicamos la paz, algunos en mayor y otros en menor medida, hayamos

        conseguido que árabes e israelíes se sienten a la misma mesa, ya es

        un logro sin precedentes», dijo desatando el aplauso emocionado de

        la multitud. Las muestras de agradecimiento dificultaron la salida del
        presidente que, todos parecían creer, tuvo un rol central en el proceso

        de paz. Decididamente, Menem se estaba metiendo a la comunidad en el

        bolsillo.
          Pero, por aquellos días de fines de 1991, lejos de los pasos de farsa,

        comenzaban a soplar los vientos de tormenta que traerían el drama de la

        muerte y la destrucción a la Argentina.

          Un informe del Subcomité Judicial norteamericano presidido

        por el congresista demócrata Charles E. Schumer documentaba la
        implicación directa de las altas esferas del régimen sirio en la producción,

        tratamiento y distribución de drogas en Occidente. Las cifras del negocio

        eran astronómicas, cercanas al diez por ciento del PBI de Siria. El informe
        del subcomité mencionaba al clan Al Kassar como una de las mayores

        redes mundiales de tráfico de armas y de drogas, utilizando cauces

        irregulares para proveer a gobiernos y grupos terroristas.

          El forzoso desbaratamiento de la red de lavado de dinero que involucró

        a miembros del clan Yoma fue tomado como un nuevo agravio de Menem
        hacia los líderes del país de sus ancestros, donde Hafez Al Assad se

        mantenía como presidente desde 1970 gracias a un golpe de Estado (y

        seguiría en el cargo hasta su muerte en 2000), sin separación de poderes
        ni libertad de prensa y sin que allí fuera siquiera concebible que un juez

        actuara «conforme a derecho».






     3. Y en eso llegó Menem                       • 110 •                        Brindando sobre los escombros
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