Page 41 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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porcentaje no desdeñable del producto bruto israelí, pero además
—y fundamentalmente— tornaron en millonarios a intermediarios y
traficantes de toda laya, incluyendo políticos, militares, funcionarios de
varios países y algunas personalidades comunitarias.
Si bien en estas cuestiones no abundan las personas dispuestas a hablar,
y las comisiones sobre ventas a regímenes repudiables no se hacen
efectivas a la luz del día, unos pocos casos que se revelaron en el exterior
explican detalladamente cómo, a lo largo de los años ochenta y principios
de los noventa, Israel organizó diversos circuitos para las ventas
clandestinas de armas a Irán, con la Argentina como uno de los vértices
del tráfico, que incluyeron el pago de sobornos y comisiones a políticos
y parlamentarios de distintos países, y contribuciones especiales para
algunas organizaciones judías que operaban como lobby. Esto generó,
[3]
para los gestores israelíes, inmensas ganancias no declaradas, beneficios
partidarios y personales, y financiación para otros propósitos.
En esta historia se suman además personajes sanguinarios como Pablo
Escobar Gaviria, el narcotraficante jefe del Cartel de Medellín cuyas
[3] El ex agente de inteligencia israelí Ari Ben-Menashe confesó en 1992 que las
operaciones ilegales brindaban descomunales beneficios, por cuanto el grupo de
traficantes que integró cargaba los precios de fábrica de las armas para Irán con
beneficios de entre el cincuenta y el cuatrocientos por ciento. No obstante, explicó, los
costos extras eran enormes e incluían los pagos a la extendida red de intermediarios,
dinero para los involucrados en elaborar «cortinas de humo», sobornos a políticos y
funcionarios y campañas de «donaciones» alrededor del mundo, entre otras expensas.
Todos aquellos que recibían aportes monetarios mantenían sus bocas cerradas. Las
«donaciones», muchas veces, costaban más que las armas mismas. Entre otros casos,
Ben-Menashe refirió contribuciones hechas al Partido Conservador británico, a través
del Movimiento Judío Reformista, y un pago de seis millones de dólares al Partido
Laborista de Australia Occidental en febrero de 1987, en gratitud por el uso de suelo
australiano para guardar y luego transferir armas a Irán. La posta australiana se
debió a que las audiencias que se estaban desarrollando por el Irangate obligaron
a los traficantes a alterar las rutas y los ritmos habituales. Entre mazo 1981 y fines
de 1987, Irán gastó la increíble suma de 82 mil millones de dólares en equipamiento
militar enviado por los Estados Unidos, Israel, Europa, la Argentina, Brasil y Sudáfrica.
Fuente: «Profits of war. Inside the Secret U.S.-Israeli Arms Network», Ari Ben-Menashe,
One Plus One Studio, 1992.
Brindando sobre los escombros • 37 • 2. Cuando todo comenzó