Page 119 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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El enojo de Jorge Antonio por la «conspiración judía» que ensuciaba

        a los Yoma y al gobierno, e interfería con los negocios de fines de 1991,

        reflejaba bastante más que una mera y desafortunada opinión personal.                            [44]

          Los poderosos hombres de raíces sirias estaban muy enojados por los

        escándalos y atribuían los pesares del momento a las interferencias de
        Israel con participación de judíos argentinos. Pero, además, Al Assad y

        Al Kassar consideraban a Menem un traidor. Y no era gente «de andarse

        con chiquitas».
           Cuando, el 16 de febrero de 1992, Israel mató nada menos que al

        secretario general del Hezbollah, Abbas Musawi, a su esposa y a su hijo,

        ya sobraban los motivos como para cobrar revancha contra Israel y contra

        Menem.  El asesinato de Musawi y su familia se perpetró en el Líbano
                   [45]




          [44]  El diario El País de España publicaba el 13 de junio de 1992: «En la cadena de relaciones
             parece encontrarse, al fin, el eslabón que une a todos los sospechosos del “Yomagate”
             entre sí y con el traficante de armas sirio Monzer Al Kassar. Se trata de Jorge Antonio,
             de setenta y cuatro años, que no ocupa ningún cargo oficial en el Gobierno. […]. Jorge
             Antonio, que se hizo millonario durante el mandato de Perón, tiene campos y también

             caballos de carreras en sociedad con Julio Mera Figueroa, el exministro del Interior
             que facilitó el trámite para que Al Kassar obtuviera la ciudadanía argentina. Jorge
             Antonio emplea en una de sus empresas al hijo de la jueza Servini de Cubría». Jueza

             que, casualmente, tomó a su cargo la investigación local del affaire Yoma.
          [45]  Los diputados nacionales Franco Caviglia, Arnaldo Lamisovsky y Guillermo Francos,
             en el marco de un pedido de informes presentado en 2002 en el Congreso Nacional,
             afirmaron que «los sirios no solamente negociaron, a cambio de dinero, el reactor
             nuclear. Justamente en 1992, un mes antes del atentado a la embajada de Israel, Siria

             e Irán firmaron un acuerdo de cooperación nuclear. Según el entonces jefe de los
             servicios secretos norteamericanos, durante el año 1991, justo cuando la Argentina
             suspende la instalación del reactor nuclear en Siria y desmantela el proyecto del misil

             Cóndor II por presiones de los Estados Unidos, Israel y el entonces ministro Domingo
             Cavallo, Irán se comprometió a invertir dos billones de dólares en el transcurso de
             los años 1990-1994, mientras que Siria aportaría diez billones de dólares en el mismo
             lapso. Aunque no existe documentación que relacione el abandono por parte de la
             Argentina del proyecto del reactor nuclear y el pacto estratégico firmado por Irán

             y Siria, resulta sumamente llamativo, pues, por el incumplimiento de Menem, Al
             Assad debió salir a comprar un pobre reactor chino. También es significativo que, en
             el mismo reporte brindado a la Cámara de Representantes por el jefe de la CIA, éste

             haya manifestado que existían versiones que señalaban que Irán habría adquirido
             con la firma del acuerdo misiles Scud, producto del fracaso de las operaciones



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