Page 240 - Brindando sobre los escombros - La dirigencia judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento - Edición del autor, (c) 2012 - 2024 Horacio Lutzky
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impulsado en los años setenta por el rabino Marshall Meyer de la misma

        congregación—, declaraba en entrevistas y columnas periodísticas de

        diarios nacionales que «el matrimonio gay tiene que ser legalizado»,

        Samuel Levin se mostró furioso frente a estas expresiones y subrayó

        que la postura del referente de Bet El «no representa al judaísmo». Si
        hubiera «una ley, habría que encarcelarlo por hacerse llamar rabino»

        dijo, sosteniendo que Goldman está «falsificando el título» de rabino.

        «No puede llamarse así a alguien que cree que lo que dice la Torá no es
        verdad, ni a alguien que no cree en Dios, o que no cree que Dios nos haya

        dado una Biblia, ni en los milagros que vivió el pueblo de Israel», según

        reprodujo la agencia de noticias AJN.

          En el mes de septiembre, nuevamente, la interna comunitaria tomó

        estado público, involucrando hasta a la propia presidenta Cristina
        Fernández de Kirchner. Con motivo de las fiestas de Rosh Hashaná (el

        año nuevo judío), el gobierno invitó a un brindis en la Casa Rosada

        al cual, entre numerosas figuras de escuelas, diversas entidades
        de la colectividad, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, así como

        sobrevivientes del Holocausto, fue convocada la rabina del templo

        Bet El, Silvina Chemen. Los ortodoxos no aceptan que una mujer

        pueda desempeñar ese cargo, y consideran blasfemas a las corrientes

        reformistas y conservadoras que incorporan cambios modernizantes en
        la liturgia. Por ello, tras presionar infructuosamente para que la rabina

        fuera excluida, instruyeron al rabino que representa a la AMIA en las

        relaciones institucionales (Shlomo Ben Hamú) que no concurriera. Si
        bien en la comunidad judía no existe el equivalente de los obispos o del

        papa en la religión católica, después de Levin es Ben Hamú quien ocupa

        de hecho un lugar de prominencia como representante religioso (de la

        AMIA al menos), posición que guarda desde los tiempos de la última

        dictadura militar. Se recuerda su comentario tras un encuentro con los
        comandantes del Proceso, donde alabó que le hubieran servido comida

        casher. Lo cierto es que el faltazo de la AMIA fastidió a la Presidenta,

        que no ocultó su molestia por lo que interpretó era una injerencia en su
        facultad de elegir los invitados al brindis.









     7. Cuando los religiosos vienen marchando     • 236 •                        Brindando sobre los escombros
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